En 2002, en la provincia china de Cantón, un virus desconocido provocó el brote de una letal enfermedad que los científicos llamaron SARS (las siglas en inglés de síndrome respiratorio agudo severo).
Posteriormente se descubrió que el patógeno que causaba la enfermedad era un coronavirus que se había originado en un animal y había pasado a los humanos.
En pocos meses, el coronavirus se propagó en 29 países, infectando a más de 8.000 personas y matando a unas 800.
Alrededor del mundo hubo un reclamo general para saber cuándo estaría lista una vacuna para acabar con el letal virus y decenas de científicos en Asia, Estados Unidos y Europa comenzaron a trabajar frenéticamente para crear la inoculación.
Surgieron varios candidatos, algunos de los cuales estaban listos para ser usados en ensayos clínicos.
Pero entonces se logró controlar la epidemia de SARS y el estudio de las vacunas contra el coronavirus fue abandonado.
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