Esa primera visita, explica el especialista, debería hacerse entre los 16 y 18 años, porque permite evaluar y hacer estudios que puedan prevenir enfermedades futuras del tracto urinario o reproductivo del hombre.
“Siempre he dicho que así como las niñas van al ginecólogo cuando tienen su primera menstruación e inician los chequeos médicos, el varón debe hacerlo también porque hay enfermedades en esas edades que pueden al final provocar problemas serios no sólo prostáticos en la tercera y cuarta década de su vida, sino también de fertilidad”, señala.
Dijo que da pena que un joven llegue a los 25 años o 30 años y se case y haya tenido una enfermedad que pudo haberse diagnosticado y resuelto a los 14 años, pero al no haber sido evaluado por el especialista no se le detectó.
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