El edicto proclamado por el líder talibán, Hibatulá Ajunzadá, decreta castigos para las mujeres que no se cubran el rostro cuando estén fuera de casa. La nueva orden no obliga al uso de una prenda determinada, pero sí recomienda expresamente el burka, símbolo de la represión del anterior régimen talibán entre 1996 y 2001.
«NEJOR QUE SE QUEDEN EN CASA»
De todas formas, la premisa general es que si las mujeres no tienen nada importante que hacer, «mejor que se queden en casa».
Ante la ambigüedad de este lenguaje, Naciones Unidas entiende, según la información recibida por su misión en el país, la UNAMA, que los talibán han lanzado «una directiva formal en lugar de una recomendación», y como tal será «aplicada y defendida».
Para la UNAMA, «esta decisión contradice numerosas garantías sobre el respeto y la protección de los Derechos Humanos de todos los afganos, incluidos los de las mujeres y las niñas, que los representantes de los talibán proporcionaron a la comunidad internacional durante los debates y negociaciones de la última década».
La ONU recuerda que «la comunidad internacional ha estado ansiosa por recibir señales de que los talibán están listos para tener relaciones positivas con el resto del mundo» y que decisiones como ésta, o la adoptada hace seis semanas de posponer la educación secundaria para las niñas afganas «podría tensar aún más el compromiso con la comunidad internacional».
Por todo ello, la UNAMA solicitará de inmediato una reunión con las autoridades talibán para buscar aclaraciones sobre el impacto de esta decisión, y anuncia que «también participará en consultas con miembros de la comunidad internacional sobre sus implicaciones».
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